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jueves, 18 de abril de 2013

Reflexión de un Rotario : LA APERTURA DEL CORAZÓN ROTARIO


LA APERTURA DEL CORAZÓN ROTARIO


Es conocido por los que tienen algún interés en la cuestión Rotaria, que ROTARY “es una organización mundial de voluntarios compuesta de empresarios, profesionales y otros, que prestan servicios humanitarios a sus Comunidades y promueven el desarrollo de la buena voluntad y la paz. Los Clubes Rotarios son entidades aconfesionales y apolíticas, abiertas a todas las razas, culturas y credos.”

También se conoce que para pertenecer a esta Asociación como socio activo es necesario responder a un perfil determinado (disponer de tiempo, cierto status económico, espíritu de servicio y habitualidad en el ejercicio de valores cívicos, humanos, éticos y morales).

Pero claro, una cosa es idealizar ese perfil del socio rotario, y otra el vivir una escala de valores, aunque sean simplemente naturales. Y tales valores (la ética, la disciplina, la puntualidad, la solidaridad, la amistad, etc., etc.) para ser practicados en la vida diaria exigen algo más que voluntariedad, puesto que tanto los buenos deseos y las ganas de llevar a cabo algo positivo y demandado por la Comunidad, precisa además de la perseverancia, y de una capacidad de entrega continua, que únicamente se pueden conseguir practicando no solo valores o virtudes humanas, sino también y especialmente, las virtudes sobrenaturales, o mejor dicho, viviendo sobrenaturalmente las virtudes humanas casi de continuo. 

De esta forma el socio rotario en el ejercicio de los valores o virtudes humanas debe llegar a ser atento en el trato, a ser leal, afable, cortés, generoso, sincero.... a tener estabilidad de ánimo, en la capacidad de tomar decisiones ponderadas y en el modo recto de juzgar los acontecimientos y los hombres.

Por ello, las necesarias virtudes humanas que deben presidir nuestras actuaciones y proyectos dentro de nuestra aconfesionalidad, son el fundamento de las sobrenaturales y, éstas si se cultivan, proporcionan siempre un nuevo empuje para desenvolverse con hombría de bien. 

Pero, en cualquier caso, como ya se ha dicho antes, no basta el afán de poseer esas virtudes (la voluntariedad): es preciso aprender a practicarlas, es decir, aprender a hacer el bien. Para ello hay que ejercitarse habitualmente en los actos correspondientes: hacer habitualmente hechos de sinceridad, de veracidad, de ecuanimidad, de serenidad, de paciencia; porque “obras son amores.....”, y al prójimo no cabe amarle solo de palabra, sino con obras y en verdad.

Y aquí se llega al epicentro de nuestra vida de Rotarios: para que perdure nuestra vocación, nuestro espíritu de servicio hacia los demás, nuestro deseo constante de hacer el bien, solo lo conseguiremos con humildad y sencillez, día a día, y con naturalidad sobrenatural. De otra manera estaríamos elevando, o consiguiendo levantar, un ídolo con piés de barro que, tarde o temprano, al estar apoyado en simples hechos humanos realizados al margen de las virtudes sobrenaturales, estarían abocadas a un valor perecedero, temporal y material, sin más trascendencia que un reconocimiento meramente humano, un aplauso, un “Paul Harris”... que moriría con nosotros, con el fin de la existencia de cada uno, sin pena pero sin gloria eterna.

Y eso no debería ser así. Nuestra dedicación hacia los demás, nuestro esfuerzo, nuestras obras a favor de nuestros hermanos deberían ir impregnadas del barniz sobrenatural de la Caridad, con mayúsculas, que no consiste en dar solamente una limosna en la puerta de una Iglesia (como se expuso como único exponente de la caridad en algunas charlas y olvidarse del fin último de nuestros actos, sino en darse con plenitud y por amor a Dios, dedicar parte de nuestro tiempo a pensar en nuevas estrategias que hagan de nuestros proyectos verdaderas soluciones para la Comunidad y realizar siempre todo en orden a nuestra salvación; para lo que es imprescindible apoyarse siempre en la verdadera LUZ que ilumina nuestros actos, y no nos empecinemos en vivir y actuar de espaldas o, al menos, con olvido o marginación de Quien es el origen y fuente de todo bien sobre la tierra, es decir, de todos los hombres, sea cual fuere su ideología, raza o credo; pues Jesucristo es el Señor de todo lo creado y por crear, el principio y el fin, y a Él debemos, a través de la dedicación a nuestros hermanos los hombres, darle todo honor y toda gloria.

*** Federico Basáñez / Club Rotario Jerez /Distrito 2203 / España