LA APERTURA DEL CORAZÓN
ROTARIO
Es conocido por los que tienen algún
interés en la cuestión Rotaria, que ROTARY “es una organización mundial de
voluntarios compuesta de empresarios, profesionales y otros, que prestan
servicios humanitarios a sus Comunidades y promueven el desarrollo de la buena
voluntad y la paz. Los Clubes Rotarios son entidades aconfesionales y
apolíticas, abiertas a todas las razas, culturas y
credos.”
También se conoce que para pertenecer
a esta Asociación como socio activo es necesario responder a un perfil
determinado (disponer de tiempo, cierto status económico, espíritu de servicio y
habitualidad en el ejercicio de valores cívicos, humanos, éticos y
morales).
Pero claro, una cosa es idealizar ese
perfil del socio rotario, y otra el vivir una escala de valores, aunque sean
simplemente naturales. Y tales valores (la ética, la disciplina, la puntualidad,
la solidaridad, la amistad, etc., etc.) para ser practicados en la vida diaria
exigen algo más que voluntariedad, puesto que tanto los buenos deseos y las
ganas de llevar a cabo algo positivo y demandado por la Comunidad, precisa
además de la perseverancia, y de una capacidad de entrega continua, que
únicamente se pueden conseguir practicando no solo valores o virtudes humanas,
sino también y especialmente, las virtudes sobrenaturales, o mejor dicho,
viviendo sobrenaturalmente las virtudes humanas casi de continuo.
De esta forma
el socio rotario en el ejercicio de los valores o virtudes humanas debe llegar a
ser atento en el trato, a ser leal, afable, cortés, generoso, sincero.... a
tener estabilidad de ánimo, en la capacidad de tomar decisiones ponderadas y en
el modo recto de juzgar los acontecimientos y los
hombres.
Por ello, las necesarias virtudes
humanas que deben presidir nuestras actuaciones y proyectos dentro de nuestra
aconfesionalidad, son el fundamento de las sobrenaturales y, éstas si se
cultivan, proporcionan siempre un nuevo empuje para desenvolverse con hombría de
bien.
Pero, en cualquier caso, como ya se ha dicho antes, no basta el afán de
poseer esas virtudes (la voluntariedad): es preciso aprender a practicarlas, es
decir, aprender a hacer el bien. Para ello hay que ejercitarse habitualmente en
los actos correspondientes: hacer habitualmente hechos de sinceridad, de
veracidad, de ecuanimidad, de serenidad, de paciencia; porque “obras son
amores.....”, y al prójimo no cabe amarle solo de palabra, sino con obras y en
verdad.
Y aquí se llega al epicentro de
nuestra vida de Rotarios: para que perdure nuestra vocación, nuestro espíritu de
servicio hacia los demás, nuestro deseo constante de hacer el bien, solo lo
conseguiremos con humildad y sencillez, día a día, y con naturalidad
sobrenatural. De otra manera estaríamos elevando, o consiguiendo levantar, un
ídolo con piés de barro que, tarde o temprano, al estar apoyado en simples
hechos humanos realizados al margen de las virtudes sobrenaturales, estarían
abocadas a un valor perecedero, temporal y material, sin más trascendencia que
un reconocimiento meramente humano, un aplauso, un “Paul Harris”... que moriría
con nosotros, con el fin de la existencia de cada uno, sin pena pero sin gloria
eterna.
Y eso no debería ser así. Nuestra
dedicación hacia los demás, nuestro esfuerzo, nuestras obras a favor de nuestros
hermanos deberían ir impregnadas del barniz sobrenatural de la Caridad, con
mayúsculas, que no consiste en dar solamente una limosna en la puerta de una
Iglesia (como se expuso como único exponente de la caridad
en algunas charlas y olvidarse del fin último de nuestros actos, sino en
darse con plenitud y por amor a Dios, dedicar parte de nuestro tiempo a pensar
en nuevas estrategias que hagan de nuestros proyectos verdaderas soluciones para
la Comunidad y realizar siempre todo en orden a nuestra salvación; para lo que
es imprescindible apoyarse siempre en la verdadera LUZ que ilumina nuestros
actos, y no nos empecinemos en vivir y actuar de espaldas o, al menos, con
olvido o marginación de Quien es el origen y fuente de todo bien sobre la
tierra, es decir, de todos los hombres, sea cual fuere su ideología, raza o
credo; pues Jesucristo es el Señor de todo lo creado y por crear, el principio y
el fin, y a Él debemos, a través de la dedicación a nuestros hermanos los
hombres, darle todo honor y toda gloria.
*** Federico Basáñez / Club Rotario Jerez /Distrito 2203 /
España